Este no es un blog: es una cajita de chocolates en una mesa huérfana. Tome cuantos quiera. Eso sí, deje algunos para el resto.

domingo, junio 27, 2004

Aunque la corneja

Dios no había muerto (aunque le pese a Leonard Cohen). Estaba en la azotea aullándole a la luna. Por eso un poema de Lars Huldén, porque no hay nada mejor que una corneja para las noches de cielo encapotado:


Aunque la corneja lleva ya horas
atropellada en la carretera
completamente aplastada

porque el automovilista no se molestó en desviarse
sino que más bien apuntó hacia ella

el viento sin embargo no
ha abandonado completamente la esperanza,

acaricia delicadamente el cuello de la corneja
o lo que había sido su cuello
(las plumitas ondean levemente)
y dice con voz suave y sugerente:

¡Anda, levántate!