Pizzeria Il Bambino, 6:18 am
La consigna es no abrir los ojos.
Mejor dilatar el cansancio, prolongar las ideas, delirar con cuidado. O seguir de largo, un par de pasos, una vuelta mas al patio.
Así, por más que llegue el cartero con las compras del día y el último catálogo, por más que no importe si nos pasamos un poco o nos quedamos cortos, y a pesar de que la señora de la dentadura amarilla apresure una caricia para el perro-lobo, habremos aprendido a ver y a olvidar al instante. A callar muy al fondo o por lo menos a hablar bajo. A recogernos como un bebe o como si estuvieramos muertos.
(enrrollados sobre nosotros mismos, nos rebasan las preocupaciones, ya no nos importan demasiado)
Y sin embargo, amanece.
Es que todo es claridad en un mantel arrugado.
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