Este no es un blog: es una cajita de chocolates en una mesa huérfana. Tome cuantos quiera. Eso sí, deje algunos para el resto.

sábado, agosto 07, 2004

Un antojo

Me han dado ganas de comer hasta quedarme sentado, de inflar el pecho para siempre y de abandonar las cosas en su pobre transcurso. De ser condecorado por llegar primero al estrado y por obviar algunas observaciones valiosas. De no hacer nada y merecerlo todo a cambio. O hacerlo todo y no recibir nada, asunto natural en nuestros tiempos y al que malamente nos hemos acostumbrado. Y pese a quien le pese sería conveniente estar en potencia o en abstracto, o en un dibujo tenue calcado con papel carbon. O en el reverso de una palma, acaso como un accidente en la linea de la vida que interpreta la gitana del ojo de vidrio. Alguien a quien se conoce una vez y no se lo ve más o con el que se tropieza de cuando en cuando sin que esto reste o agregue relevancia. Es que me han dado ganas de comer hasta quedarme sentado, y cuando eso sucede, no se me ajusta el traje de forense ni me interesa la climatología: bien podría ser un fantasma.