Una vigilia
Me gusta dormir contigo pero solo cuando me despierto.
Antes no lo noto y si lo noto, no me importa:
el sueño se traga al sueño,
y los abrazos son materia volátil
-las ovejas que no duermen pastan en el mismo territorio-.
Y qué puedo increpar a las cosas que dices
si se vuelven mar o brillo.
O centro.
O meta.
Quizá, solo un murmullo:
el de la luz que se filtra.
Abro los ojos para verte.
De pronto, te desvaneces.
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