Discurso del Doctor Jan Van Orlean ante la sociedad arqueológica del primer anillo de saturno
No ha quedado nada. Lo ocurrido en Rapa Nui el 15 de noviembre del 2004 cuestiona toda lógica y sentido de lo posible, y las únicas explicaciones proceden del terreno de lo mítico.
Quienes quieren ceñirse a la historia, hablan de una invasión pirata a cargo del temible Barbarrosa. Unos balseros de Papetí refieren una confrontación entre aquel y su rival, Drake, por culpa de una morena de nombre Vitacora o Bitacora, no sabemos. Sin embargo los rasgos que describieron pertenecen a Jacob Roggeveen, corsario danes que no había sido visto en el área desde 1790. Nos inclinamos a pensar que las tres posibilidades son falsas, o que en todo caso, no tienen nada que ver con la súbita y completa desaparición de Rapa Nui de todos los mapas de este planeta.
Más bien, el camino que proponemos es el de la reconstrucción mítica: cuenta la leyenda que en algún momento del 15 de noviembre del año 2004, los gigantes Moais -enormes estructuras de piedra con forma de cabeza humana- se vieron contagiados por un indefinible estado de ánimo que los empujó hacia el festejo y el descuido.
Cabe señalar que, según el mito, a ellos se había encomendado la correcta flotación de Rapa Nui, que no era una isla cómo decían los científicos entonces, si no una balsa de piedra mantenida en la superficie del mar sobre los hombros de los gigantes. De ahí que solo quedaran a la vista las cabezas: al principio de los tiempos se habían introducido las mitras a través de la superficie rocosa, como si fuera el cuello de una enorme camiseta.
Qué razones motivaron que celosos guardianes descuidaran una responsabilidad de siglos en pocos minutos y emprendieran un epiléptico baile, es lo que se quiere responder. Dicen que fueron unas palomitas traviesas que picotearon los oidos de los Moais. Dicen que fue la incomprensible belleza de una tal Monike. Más cercana a la verdad se encuentra la teoría sustentada por el doctor James Laid: cierto canto tribal que alude a un encuentro postergado pero al mismo tiempo temido y definitivo, los sumergió en un trance de movimiento del que no pudieron liberarse hasta que la isla se había hundido y escurrido por sus cuerpos como una túnica que queda muy ancha.
No hubo muertos, acota con precisión el mito. Colgados uno tras otro de las patas de tres palomas se escaparon el llanero solitario, José Olaya, la Mujer Maravilla, el hombre invisible, una tabla hawaiana revolcada, un calato, una que era ella misma (aprovechando que los demás estaban disfrazados), un disfraz arruinado, un pata azul (en un tímido sitio), un Lobito Estepario al que recogieron a medio camino (por poco y se ahoga), una mariposa, una Cecica, Superchica, Capa Audaz, un barco pirata y sus cuarenta marineros, una chichera y un "chucho". La niebla, muy amable, guió a las palomitas hasta tierra firme que no se sabe dónde es.
La luna llena fue rosada esa noche. Dicen que si se afinaba el oído se escuchaba la voz triste de Nick Drake y un suave rasgueo de guitarra.
Señores de la sociedad arqueológica, lamentamos no poder dar más información. Hasta aquí llega el conocimiento disponible sobre lo que fue nombrado en el pasado como isla Rapa Nui.
Jan Van Orlean, Primer anillo de Saturno, 3184 -año de la nanoclonación hiperkinética.
2 Comments:
por eso para la próxima vamos a hacer una lectura de poemas (supongo que a las 5 mil 500 visitas).
12:38 a. m.
y perú? cómo estaba en el 2004?
4:25 p. m.
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