En Arequipa
Aldo llevó a la princesa de los ojos grandes a la plaza de la iglesia San Francisco. Muy cerca de ahí vivía la señora Susana, una anciana que era conocida por darle pedacitos de pan a las palomas que rondaban la zona y por tener los dientes amarillos.
Cuando la princesa de los ojos grandes vió a la señora Susana cubierta por las plumas que soltaban las palomas al batir sus alas, se le abrieron aún más los ojos bajo riesgo de que saltaran de sus cuencas.
Aldo se sobresaltó un poco, pero entendió que todo andaba bien en cuanto la princesa se acercó a la anciana, quien sonriente, mostraba su dentadura de sarro.
De pronto, la señora Susana le dijo a la princesa algo al oído. La princesa, luego de que se recuperó de la conmoción, desplegó sus brazos y empezó a agitarlos como si fueran alas. Algo confundido Aldo vió cómo la princesa desaparecía volando detrás del campanario.
-Señora Susana, ¿qué fue lo que le dijo?
-Nada nuevo. Solo que en el fondo era una paloma.
(Inspirado en una historia maravillosa contada por Aldo para su hija)
3 Comments:
Buena historia no? Todo eso sucedió en realidad hace unos meses y cada día pasa algo nuevo con mi princesa. Si yo soy la mamá de la princesa, entonces soy la reina?
Gracias por el post.
Lucero
http://locura.blogia.com/
12:12 p. m.
La luna, madre encorvada, pidió a su hijo:
-No sé dónde anda tu padre. Llévale noticias de mí.
Partió el hijo en busca del más intenso de los fuegos.
No lo encontró en el mediodía, dónde el sol bebe su vino y baila con sus mujeres al son de los atabales. Lo buscó en los horizontes y en la región de los muertos. En ninguna de sus cuatro casas estaba el sol de los pueblos tarascos-
El lucero continúa persiquiendo a su padre por el cielo. Siempre llega demasiado temprano o demasiado tarde.
Memoria del fuego, Eduardo Galeano, 1988 (es que no puedo decirlo mejor que él)
4:38 p. m.
y sí: eres la reina.
4:39 p. m.
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