Este no es un blog: es una cajita de chocolates en una mesa huérfana. Tome cuantos quiera. Eso sí, deje algunos para el resto.

miércoles, noviembre 24, 2004

Escena cotidiana

-Ayudame con las cosas del mercado -dijo la señora de ojos lilas.

La niña, que estaba jugando a los trabalenguas, entró en un berrinche espantoso y se sentó en el piso con las piernas sobre los hombros. Su mascota, un perro que cuando abría la boca dejaba escapar mariposas, meó una rafaga de fuego en la llanta del automovil.

Para el padre ambos estaban insoportables, así que no le quedó otra que llevarse a la niña y al perro colgados de la hebilla del cinturón. A la señora, le mordió los labios y le apretó un cachete para que se quedara tranquila.

Una vez que hubo terminado de cargar las cosas se quitó los zapatos y los puso a macerar en salsa de tomate. Los pies los metió en el baúl para que estuvieran listos para la primavera.

La niña y el perro se quedaron castigados dentro del horno hasta la hora de la cena, momento en el cual estuvieron jugosos y tostados.

-Tiene seis años y aun no entiende -se lamentó el señor después de comer sacándose un trocito de berenjena de las orejas-, la comida debe servirse fría.

En ese momento, sin que él lo notase, la señora bostezó y se le vió la laringe.