Este no es un blog: es una cajita de chocolates en una mesa huérfana. Tome cuantos quiera. Eso sí, deje algunos para el resto.

domingo, noviembre 21, 2004

Víveres y justicia a la hora del desayuno

I

La corte entra en sesión y el juez se quita la toga. Mientras, el comisario saca la lista del supermercado y empieza a enumerar con voz monótona:

-Papa, dos kilos. Cebolla, kilo y medio. Perejil, un atado...

El niño que está mordiéndole la pierna empieza a sangrar por las encías.

-...Alcachofas, cinco. Dos bolsas de hielo. Un cepillo dental.

La mujer de pelos púrpura no puede dejar de sonreir. Contiene la respiración y arroja una tostada con tuétano al jurado. No es mi culpa, piensa.

Un perro irrumpe en la sala y atrapa la tostada en el aire. Con un agudo quejido, estalla en el acto.

Todo huele a jazmines y a ciprés recién cortado.


II

-Es el olor de la mañana -observa el niño al coger el martillo, empinarse y darle al comisario en la nuca.

La voz monocorde continúa enumerando.

-..beterragas, nabos, pimientos...

El juez está muerto.

La señora del pelo purpura carga al niño sobre sus hombros y este bendice a los asistentes haciendo una seña con el dedo meñique. La toga, triste y arrugada, se va reptando veloz por las paredes.