Víveres y justicia a la hora del desayuno
I
La corte entra en sesión y el juez se quita la toga. Mientras, el comisario saca la lista del supermercado y empieza a enumerar con voz monótona:
-Papa, dos kilos. Cebolla, kilo y medio. Perejil, un atado...
El niño que está mordiéndole la pierna empieza a sangrar por las encías.
-...Alcachofas, cinco. Dos bolsas de hielo. Un cepillo dental.
La mujer de pelos púrpura no puede dejar de sonreir. Contiene la respiración y arroja una tostada con tuétano al jurado. No es mi culpa, piensa.
Un perro irrumpe en la sala y atrapa la tostada en el aire. Con un agudo quejido, estalla en el acto.
Todo huele a jazmines y a ciprés recién cortado.
II
-Es el olor de la mañana -observa el niño al coger el martillo, empinarse y darle al comisario en la nuca.
La voz monocorde continúa enumerando.
-..beterragas, nabos, pimientos...
El juez está muerto.
La señora del pelo purpura carga al niño sobre sus hombros y este bendice a los asistentes haciendo una seña con el dedo meñique. La toga, triste y arrugada, se va reptando veloz por las paredes.
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