Autobombo de cumpleaños
Hace un año me animé a postear por primera vez en un blog, en parte motivado por una conversación con Andrea, que fue quien me presentó este formato de creación en línea. La intención era obligarme a escribir cualquier cosa sobre lo que fuera, sin pretenciones de ningún tipo y sin obligación ni responsabilidad alguna sobre mis textos. Un vómito o un escupitajo, pero al mismo tiempo una botella de naúfrago hundiéndose en el oceano. Y en cierta medida así era como me sentía.
Lo cierto es que pronto las cosas cambiaron y postear se volvió adictivo. Llegué a colgar textos y links hasta cuatro veces al día y el 70 por ciento de mi tiempo lo ocupaba pensando en lo que iba a hacer la próxima vez que tuviera que enfrentarme a la pantalla en blanco. Es cierto también que tenía menos preocupaciones que ahora. Que ahora es más difícil, pero más reconfortante. El caso es que en esa época alguna satisfacción debía estar obteniendo. Algo que en lo cotidiano fuera tremendamente difícil de obtener. No me equivocaba.
Tengo la convicción de convertirme en escritor desde los 12 años, pero soltar cada palabra me costaba demasiado. Escribir me generaba estrés a pesar de que era una de las pocas cosas que en verdad me gustaban. Por eso, para lograrlo, hasta hace no mucho, me inducía un estado similar a la nausea y me provocaba escalofríos que podían durar entre tres y cuatro días. El resultado: un texto de dos o tres caras que luego era revisado, corregido, y posteriormente reducido a nada porque a mi juicio no había nada que tuviera valor en esas líneas.
Todo eso ha cambiado desde que tengo este blog, que como siempre digo, es mejor que cualquier terapia. De hecho, ahora es sumamente placentero sentarme a escribir simplemente por el hecho de hacerlo y no imagino un futuro en el que no pueda hacerlo a menos que esté muerto. Además es muy divertido. Es como si uno no terminara de existir o como si sus palabras dejaran de pertenecerle en el momento en que se cuelgan en el mundo virtual. Cosa rara esta de las desapariciones: parece que solo puedo existir cuando no estoy del todo. Escribir es una experiencia placentera pero cercana a la muerte.
Eso es en parte lo que me gusta de este espacio. No creo, sin embargo, que sea todo.
Con el tiempo fui descubriendo algunas de mis lecturas favoritas, como las de la intermitente, la reina, la maldita, orsai y la madrugadora, por mencionar solo a algunos. Así pude descubrir una solitaria cotidianidad en Noruega, cómo la pasan los argentinos en España y cómo se vive en una ciudad como la mía pero siendo otra persona. Una simulación de viaje a otra latitud y otra vida.
Por eso a veces me da pena que algunos de mis blogs favoritos ya no existan. Es como cuando uno termina una novela y prefiere pensar que los personajes en verdad existen en alguna parte y siguen haciendo sus cosas normalmente solo que sin contratiempos que valga la pena contar y que hagan la historia divertida. Que sus vidas son aburridas porque son muy felices. Que son pero no están, por lo menos no cerca. Y en algunos casos que están caminando cerca a uno pero que uno es incapaz de reconocerlos porque en la vida cotidiana las cosas son distintas y medio de mentiras frente a las de los blogs. O viceversa. No importa. Igual me encanta. Aquí cada persona es también su propio personaje.
Hace un año empecé este blog sobre cosas inútiles y no pienso dejarlo. Mejor no sigo porque se me está saliendo lo cursi y puede que de eso sí me arrepienta. Nos vemos (o nos leemos que ya saben que acá es lo mismo).
PD: Hoy no habrá fiesta porque tuvimos una hace no mucho. Prepararé algo más interesante pronto.
3 Comments:
japi
verdi
jav
seguimos
estando
tú
sabes
eso
::::
beso
abrazo
apanao
torta en la cara
todo eso
y
mucho
más:::::
TODAS te queremos
a morir
:::::::
10:10 a. m.
Pucha Javier, no me hagas lagrimear pues...
11:13 a. m.
feliz aniversario javier, todos esperamos en serio que no dejes de escribir.
saludos
12:38 p. m.
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