Bonjour
El viernes se fue la princecita triste de la voz sincera. La frívola, elegante y saltarina, adicta al juego y a los autos. Pero no se fue entre fierros calientes y retorcidos de accidente en carretera, como le pronosticaron mil veces. La culpa fue de una descompensación cardio-respiratoria. El corolario de su enfermedad incurable. Una falla en la sincronía de sus bioritmos. Una cosa mínima.
Bonjour Tristesse, dijo cuando tenía 19 años: de pronto los agentes le vendieron 4 millones de copias en apenas un lustro, y tristeza pasó a ser la palabra de moda en 22 idiomas. Bonjour princesa triste: porque hace décadas que ya no sonríes ni ingenua ni perversa, sino ebria. Y estar ebria para tí era como los buenos días más vitales.
Bonjour: en cierto sentido el destino te ha favorecido. Hace un año no existias y solo eras un montículo de carnes magras maceradas en alcohol, buenas para la curtiembre de la crítica despiadada. Una frazada que ya no se usa y que queda sola en la esquina de la habitación. Un despojo que vende todas sus propiedades por el juego y la bebida, y que ronda las casas de los amigos pidiendo clemencia y solidaridad. Un llanto en silencio con la cara apagada. Una habitación a oscuras. Tristesse: ahora te recita hasta el ministro de cultura y los que hace tiempo se taparon los ojos irritados por la iniciación de Cecile, harán el mea culpa respectivo.
Es que la celebridad es un buitre que no perdona a los más jóvenes . Menos aún a las chicas honestas, Françoise. Porque el éxito es cobarde y prefiere dar la palmadita de felicitaciones en un hombro descompuesto.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home