Este iba a ser un post.
Iba a escribir sobre la extraña facilidad que tengo para quedarme dormido en cualquier casa que no es mia. En sillones, mesas, incluso el suelo. Por eso me gustan los hoteles y por eso las conversaciones hasta muy tarde. Me acuerdo de la alfombra peluda de la abuela que ahora está en mi cuarto y que ahora me da muy pocas ganas de dormir. Me acuerdo de la habitación de al lado en la que siempre termino porque ronco. Me acuerdo de quedarme dormido en apagón y en silencio, y de no saber si en verdad estoy dormido. A veces me dan ganas de no acordarme de nada y dormir siempre.
"En cinco minutos me monto una habitación en donde sea", decía un personaje de Koltès. Ultimamente, soy yo.
"El hombre que no podía irse", soy yo.
El que no estuvo, soy yo.
No se bien de que se trata todo esto, pero algo está pasando.
Tal vez tenga que ver con el horóscopo... -¿les he contado que ahora creo en los horóscopos?- en fin. Será un buen año, dice, lo cual, desde luego, no tienen ningún sentido. Le creo, desde luego.
Entonces, no se bien.
Y nada. Y ya.