Este no es un blog: es una cajita de chocolates en una mesa huérfana. Tome cuantos quiera. Eso sí, deje algunos para el resto.

jueves, julio 29, 2004

Página en blanco

Te prefiero al pasar la página y entre reglones, por mientras y en condicional.

Como una mera posibilidad:
la de la ola que se apresta a la orilla y se diluye en la arena

O mejor una mosca en la ventana, una pausa en medio de las cosas y un suspiro entre paréntesis.

Porque silencio es plenitud y errar es callar contigo.

miércoles, julio 28, 2004

Heaven

No tengo nada de que quejarme. Siempre he sido un quejon de la peor especie, pero en general la paso bien. Solo una cosa: ¿has visto las estupideces que me haces escribir? Si no, lee el post anterior.

Musica de fondo: when did you leave heaven de Lisa Ekdahl y Peter Nordahl

sábado, julio 24, 2004

El marciano solitario

I gave up on new poetry myself thirty years ago, when most of it began to read like coded messages passing between lonely aliens on a hostile world.

Russell Baker

jueves, julio 22, 2004

Una vigilia

Me gusta dormir contigo pero solo cuando me despierto.
Antes no lo noto y si lo noto, no me importa:

el sueño se traga al sueño,
y los abrazos son materia volátil
-las ovejas que no duermen pastan en el mismo territorio-.

Y qué puedo increpar a las cosas que dices
si se vuelven mar o brillo.

O centro.

O meta.

Quizá, solo un murmullo:
el de la luz que se filtra.

Abro los ojos para verte.

De pronto, te desvaneces.

Edmond Jabès viene desde Barcelona

Estoy demasiado contento y no puedo escribir ni michi. Lo que pasa es que me han ofrecido un libro que he buscado por tanto tiempo que ya olvide cuanto (gracias ppt). Aquí va un adelanto aunque creo que no etá muy bien traducido.

 
La memoria y la mano

Edmond Jabès

Siempre esta imagen

de la mano y la frente,
del escrito rendido
al pensamiento.

Como el pájaro en el nido,
mi cabeza está en mi mano.
Quedaría por celebrar al árbol,
si el desierto no lo fuera todo.

Inmortales para la muerte.
La arena es nuestra insensata
parte de la herencia.

Que pudiera esta mano
donde el espíritu se ha acurrucado
estar llena de semillas.

Mañana es otro término.

¿Sabías que nuestras uñas
fueron antaño lágrimas?
Rascamos los muros con nuestro llanto
endurecido como nuestros corazones-niños.
 
No puede haber salvamento

cuando la sangre ha ahogado el mundo.
Sólo disponemos de nuestros brazos
para alcanzar, a nado, a la muerte.
 
(Más allá de los mares, encima de las crestas,

minúsculos planetas no identificados
manos unidas, redondas manos plenas
escapadas a la gravedad)

Cuando la memoria nos sea devuelta,
¿conocerá finalmente el amor su edad?

Felicidad de un viejo secreto compartido.
Al universo se aferra aún
la esperanza del primer vocablo;
a la mano, la página arrugada.

Sólo hay tiempo para el despertar.

martes, julio 20, 2004

Tres animales del cortejo de Orfeo

El delfín
 
Jugáis, delfines, en la mar,
Pero la ola es siempre amarga.
¿Estalla av eces mi alegría?
La vida es cruel todavía.
 
 
La medusa
 
Medusas, desdichadas testas
de violáceas cabelleras,
os complacéis en las tormentas
que también a mí me contentan.
 
 
El dromedario
 
Con sus cuatro dromedarios
con Pedro de Alfarubeira
recorrió y admiró el mundo.
Él hizo lo que yo haría,
de tener sus dromedarios.
 
Bestiario o Cortejo de Orfeo, Guillaume Apollinaire, 1911

domingo, julio 18, 2004

Mudanzas

La sala no es la sala.
Es un lugar como cualquier otro.
 
Bueno para deshacerse de algunas ideas y darle vueltas a las cosas, para jugar al circo y sacar a pastar a los animales, contar cuanto se quiera, ponerle la mesa al cuerpo, aturdirse y quedar rendido.
 
La sala es el dormitorio y la alfombra persa fresca cama.
 
Ya saben que me monto una casa donde inclino la cabeza, que me quedo dormido con facilidad y que no me gusta contar ovejas, raciones, anatemas o ahorcados. Tampoco me agradan los inventarios ni las fichas de inscripción. Así que la sala no es la sala.
 
La sala es la cocina y, a veces, la vereda, el campo, la orilla.

Porque la sala es el vertedero de todas las cosas y es allí donde nos gusta tomar el desayuno.

miércoles, julio 14, 2004

[keep searching?]

Hoy parece que sale el sol. Si no, lean la siguiente noticia extraída de La Nación:

Tesoro en una valija
También hay recuerdos del grupo

LONDRES (ANSA).- Un turista británico halló en un mercado de objetos de segunda mano de Melbourne, Australia, una valija con grabaciones de más de cuatro horas de música inédita de los Beatles, además de una importante colección de recuerdos del grupo de Liverpool.
.
Según informó la prensa británica, Fraser Claughton compró por 37 dólares una vieja valija que contenía fotografías, un álbum inédito y programas de conciertos de los Beatles. El disco, que llevaba como rótulo "Abbey Road... not for release" (Abbey Road, no para su comercialización), incluiría grabaciones inéditas de la banda.
.
De acuerdo con los expertos en música de la casa de remates Sotheby´s, en caso de que el contenido de la valija se ponga a la venta, los objetos hallados podrían alcanzar una suma récord de varios miles de dólares.
.
El periódico The Times indicó que esa valija podría pertenecer a uno de los amigos más cercanos de los Beatles, el inglés Mal Evans, quien seguía a la banda en sus conciertos internacionales y que llegó a aparecer en el famoso film "Let It Be".
.
La colección de objetos y pertenencias de los Beatles de Evans desapareció misteriosamente en 1976, poco después de que la policía de Los Angeles, en un confuso episodio con un arma de juguete que portaba el inglés, le disparó provocándole la muerte.
.
El diario inglés puso fragmentos del tema inédito "I´m In Love" en su edición on line, www.timesonline.co.uk .

martes, julio 13, 2004

Jack-en-la-caja

Lo ha pensado demasiado. Es hora de dar el pésame.

Sin quererlo mucho salta de la caja y dice lo siento, es que no fue mi culpa.

Los demás, al verlo contento empiezan un fiesta veloz como un susto.

Y el piso se mancha de colores. Se le diluye la sonrisa y ya no tiene el rostro pintado.

Mientras se balancea, Jack, el de la caja, llora en silencio.

música de fondo: Black Acres de Elysian Fields

lunes, julio 12, 2004

Juicio sumario

Mi materia es tóxica, se lamenta el soldadito de plomo

Los juguetes lo señalan y todo recuerda un paredón de fusilamiento

(al fondo un muñeco de plástico verde que llevaba granadas en el morral pasa saliva mientras espera su turno. El peluche favorito ensaya su mejor sonrisa y la peonza baila torpe una danza macabra)

Se escucha el tañido de la campana. El soldado mira a la bailarina de la caja de música y, de pronto, cae para siempre.

Música de fondo: I don't love anyone, Belle & Sebastian.

sábado, julio 10, 2004

desamparo

El costoso juguete se lamenta:
nadie es feliz siendo un objeto

el ángel de la guarda que tiene todas las respuestas lo mira desconsolado y se lleva un dedo a la boca

callar antes que errar entiende, mientras una mano se apresta a darle un poco más de cuerda.

Música de fondo: La Dispute, Yann Tiersen

viernes, julio 09, 2004

La libertad desde entonces

JOE
Beg pardon, ma'am. I'm brand
spanking new to this town, come
from Houston, Texas, and hoping to
get a look at the Statue of
Liberty...

CASS
You're hoping to get a look at
what?

JOE
The Statue of Liberty.

CASS
It's up in Central Park, taking a
leak. If you hurry, you'll make the
supper show. Now get lost.

John Schlesinger, Midnight Cowboy, 1969

jueves, julio 08, 2004

Un buen motivo para lavarse las orejas

DE COMO GARGANTUA NACIO
DE UN MODO MUY EXTRAÑO

En tanto estaban en estos coloquios, Gargamelle comenzó a tener dolores. Entonces Grandgousier, que estaba tendido sobre la hierba, se levantó y, pensando que serían los dolores del parto, la consoló cariñosamente, diciéndole que se tumbara en el saucedal, que pronto se le pasarían. También a él le convenía mostrar buen ánimo ante la venida de su angelote; y si bien es cierto que ella sentiría algún dolor, el gozo que luego la invadiría le haría olvidar todas estas molestias, de suerte que no conservaría ni siquiera el recuerdo.

-Nuestro Salvador dice, según el Evangellio de San Juan, XVI: "La mujer, en los dolores del parto, está poseída de tristeza; mas una vez ha dado a luz no recuerda siquiera su angustia".

-Bien dices -repuso Gargamelle-. Prefierro oir esas palabras del Evangelio y me siento mejor que cuando oigo contar la vida de Santa Margarita o cualquier otra beatería.

-¡Miedosa! -replicaba Grandgousier-. Datte prisa con éste, que en seguida haremos otro.

-¡Qué poco os cuesta a los hombres decirrlo! Bien, ¡pardiez!, seré fuerte, si ése es tu gusto, pero ¡plugiera a Dios que te lo hubieran cortado!

-¿El qué? -inquirió Grandgousler.

-¡No seas necio! Bien sabes a lo que me refiero.

-¿Te refieres a mi miembro? ¡Pardiez! Sii así lo quieres, manda traer un cuchillo.

-!NO lo permita Dios! Que El me perdone.. No lo he dicho de corazón, y te pido que no tomes en cuenta mis palabras. Pero si Dios no me echa una mano, presiento que hoy será un duro trance; y todo por culpa de tu miembro, para que te desahogaras a placer.

-¡Valor, valor! -repuso él-. No te inquiietes por lo demás y deja obrar a la naturaleza. Entretanto, voy a despachar unos cuantos tragos. Pero, por si acaso te sintieras mal, no me alejaré mucho; te bastará con gritar un poco y en seguida me tendrás a tu lado.

Al poco rato, Gargamelle empezó a suspirar, a lamentarse y a llorar. Al instante acudió de todos lados un buen número de matronas, las cuales, palpándole la vagina, dieron con algunos trozos de piel bastante maloliente, lo que les indujo a pensar que el niño estaba por llegar. Pero lo que en verdad ocurría era que, en razón al reblandecimiento del intestino recto -al que llamáis tripa cular- se le escapaba el fundamento a consecuencia de haber comido demasiados callos, como ya antes hemos dicho.

Acto seguido, una vieja malcarada de la reunión, que gozaba de gran reputación como curandera y que formaba parte de la comunidad desde que, sesenta anos antes, viniera de Brisepaille, cerca de Saint-Genou, le hizo un astringente tan tremebundo que las membranas de la vagina se contrajeron hasta el punto de que dificilmente habríais podido separarlas con los dientes..., cosa que da miedo pensar; otro tanto hizo el diablo en la misa de San Martín, pues luego de tomar por escrito los chismorreos de dos mujeres galas, estiró a fuerza de dientes su pergamino.

Esta dificultad hizo que se relajaran los cotiledones de la matriz, por los cuales saltó el niño, que penetrando por la vena cava y subiendo luego por el diafragma hasta los hombros, donde dicha vena se divide en dos, tomó el camino de la izquierda y salió por la oreja del mismo lado.

En cuanto hubo nacido, no exclamó como los otros niños: "Migas, migas!" sino que grito con fuerza: "¡A beber, a beber!", como invitando a todo el mundo. Y tales fueron sus gritos, que se le oyó en todo el país de Beusse y de Bibarais.

Dudo que deis credito a tan extraño parto. Y si, en efecto, no lo creéis, no me importa. Mas un hombre de bien, un hombre sensato, debe creer siempre lo que le dicen y lo que ve escrito. ¿Atenta esto contra nuestra ley, nuestra fe, nuestra razón o contra la Sagrada Escritura? Por mi parte, nada hallo en la Santa Biblia que vaya en contra de ello. Pero si esa hubiera sido la voluntad de Dios ¿diríais acaso que no estaba en su poder al hacerlo? Por merced, no turbeis nunca vuestro entendimiento con tan vanos pensamientos, porque yo os digo que nada es imposible para Dios y, si El así lo quisiera, en lo sucesivo todas las mujeres parirían sus hijos por la oreja.

¿No fue Baco engendrado en el muslo de Júpiter?

¿No salió Croquemouche de la pantufla de su nodriza?

¿No nació Minerva de la cabeza y por la oreja de Júpiter, y Adonis por la corteza de un árbol de mirra?

¿No nacieron Cástor y Pólux de la cáscara de un huevo puesto y empollado por Leda?

Pero mucho más admirados y sorprendidos estaríais si os expusiera ahora aquel capítulo de Plinio en que habla de partos raros y contra natura. Pero yo no soy un embustero tan ilustrado como él lo fue. Leed el libro VII de su Historia natural, capítulo III, y no me importunéis más con ello.

François Rabelais, Gargantúa y Pantagruel, 1532 y 1534

Reflexología y estética

Ayer te vi los pies y son la cosa más sensual del mundo.

miércoles, julio 07, 2004

Smoking in your place (Autobiographical description)

Before writing a work, I walk around it several times accompanied by myself. For a long time I have subscribed to a fashion magazine. I wear white socks and white vest, along with a velvet coat, soft felt hat and flowing tie (which is partially hidden by my beard), and on my nose I wear my pince-nez of course. My expression is very serious. When I laugh, it is unintentional and I always apologize very politely. I breath carefully (a little at a time) and dance very rarely. When walking, I hold my ribs and look steadily behind me. My only nourishment consists of food that is white (I spare you the details for it sounds revolting.) My doctor has always told me to smoke (cigarettes of course). He even explains himself : "Smoke, my friend. Otherwise someone else will smoke in your place."

Erik Satie

A proposito de mis cochinaditas

He estado viendo otros blogs y la verdad es que me sorprende la capacidad de la gente para manejarse con orden relativo en esta vida. Puede ser buena idea separar todos los cachivaches que meto acá por lo menos en tres blogs en total. Uno para textos más largos y otro para mis WEBeos, quedando este reservado para las lecturas que me acompañan y las cochinaditas más o menos aleatorias que se me ocurren. En fin. Del dicho al hecho. Ya saben el resto.

martes, julio 06, 2004

[silencio]

Me han dicho que tengo una forma maravillosa de decir nada. Me encanta.

Declaración ortográfica

Me dicen que las faltas ortográficas son a su vez faltas de cultura. Pienso distinto porque se puede saber mucho y violar muchas normas por ese mismo hecho o al mismo tiempo.

Y más allá de todo debate normativo, me cuesta confiar en la gente que lleva ternos impecables, que en la intimidad de los amigos escribe con cautela y que sugiere de alguna forma lo infalible de sus acciones. Creo, sí, en el error cuando se aprende, confío en la caligrafía febril y entusiasta, me gustan las películas mal hechas más alla del reputado "humor involuntario", y por supuesto, me encanta la gente que piensa solo en minúsculas. Por ende, no necesariamente me gusto siempre.

Qué vanidoso.

PD. Lo olvidaba: los acentos no deberían existir.

música de fondo: Spanish dance troupe de Gorky's Zygotic Mynci

lunes, julio 05, 2004

En Komodo hablamos quechua

Me dijo jatum runac, soltó una risa y quedó en silencio.

No me puedo quejar: es bueno saber que estoy detrás de las moneditas que alguna vez arrojó a una fuente, en todas las velas que sopló por su cumpleaños, en las interminables cartas a papanoel y al lado de los rieles de tren sobre los que pasó con los pies en alto.

Esta balsa improbable pronto quedará sola. Vuelan las aves, se acerca la costa. Una botella golpea contra los maderos.

Ha llegado la hora de andar por los peñascos. Y cómo me gustan estas playas de Indonesia.

Soy el dragón de Komodo más feliz del universo.

domingo, julio 04, 2004

Bilis y papas fritas

He estado estudiando: hay una nueva forma de poder. Es la del ají, el manjar blanco y las papas fritas. Su lógica es la que sigue: para que el placer duplique en apariencia sus alcances tendrá que ser egoista, solitario, renegón y roñoso. Todo es mío por lo tanto, y si se puede nada es tuyo. Con sacada de lengua y sarcasmo final de ser posible o en su defecto con un ejercicio de enumeración de carencias del tipo: yo tengo papas fritas y tú no, yo tengo manjar blanco y tú no, todo el ají es para mí y para tí la nada absoluta. Nunca placeres tan pequeños fueron tan importantes ni dieron cuenta de cuanto sinsentido nos rodea. Como si anduvieramos caminando en linea recta todo el tiempo y nunca hubiera tiempo para mirar alrededor. Y es que cosas como esta revelan el funcionamiento disonante de ciertas bandas musicales y gastronómicas. Así que como resultado ya no tengo hambre. Aunque usted no lo crea.

PD. Lo sé: desde hace décadas este tipo de comportamiento está tipificado y estudiado. Lo que pasa es que acá a nadie le gustó la clase de sicología y todo mundo se muere de ganas por equivocarse dos veces.

viernes, julio 02, 2004

Extraído de periodista digital

Piden un millón de euros por el negativo
Subastan en Internet una foto del Papa sacando la lengua

La foto que, según sus subastadores, se hizo en una sesión en la que el papa estaba ya tan aburrido de posar, que hizo un gesto inusual.

Agencias (02/07/04, 07.12 horas)

Una foto excepcional del Papa Juan Pablo II sacando la lengua está siendo subastada con un precio de partida de un millón de euros. El negativo de la foto, hecha en 1980, tenía que ser destruido pero se salvó un solo ejemplar. La subasta ha sido retirada de eBay pero sigue en su propia web.
En la foto puede verse a Juan Pablo II cuando era más joven mientras saca la lengua y está acompañada por un certificado de autenticidad firmado por la directora de la revista ’Cultura’, Andrea De Liberis, que sostiene que es una "obra original, interesante por su nivel artístico y por la insólita mueca infantil de sacar la lengua efectuada por el Sumo Pontífice".

Angelo Tomaselli, representante del web, ha asegurado que "el original de la fotografía fue depositado en un banco de Roma". "Estoy casi seguro de que fue hecha por Arturo Mari, el fotógrafo oficial del Papa, pero él no lo confirmará jamás", ha asegurado Tomaselli, que se ha negado a divulgar el nombre del propietario del negativo.

Más de 2.500 personas entraron ayer (hasta que se cerró la puja sin motivos claros) en eBay para hacer consultas sobre el tema. "Fueron ofrecidos hasta 500.000 euros", ha asegurado Tomaselli. La subasta se cierra hoy, pero es posible que se prolongue porque por ahora no hay otras ofertas, ha explicado.

Fuente: Periodista Digital

Pueden ver la foto en cuestión aquí así como una copia del certificado de autenticidad mencionado.

El Monstruo

No creo que escriba este fin de semana así que mando con algo larguito.

El Monstruo

El grito se le había escapado de la garganta de modo tal que cuando le llegó el arrepentimiento fue demasiado tarde: la habitación estaba a oscuras y solo la luz tenue del pasillo recortaba la silueta informe de la mujer parada en el marco de la puerta.

-¿Gritaste?

-Mami –dijo el niño entre sollozos-, hay un monstruo.

-¿Dónde? –respondió entrando a la habitación.

-En la silla.

-Bien podría haberlo, ¿pero en la silla?

Al niño se le abrieron los ojos atentos.

-Es decir –continuó la madre-, tendría que ser relativamente pequeño.

-Pero... –interrumpió el niño dudoso mientras miraba el montículo de ropa desordenada sobre la silla.

-Aunque nunca se sabe. ¡A estos desgraciados se les ocurren unas cosas a veces!

-Creo que ha sido la ropa que se parece un poquito a un monstruo –explicó.

-¡A eso me refiero! No tendrían que ser pequeños. A veces toman la forma de las cosas mas cotidianas. Por ejemplo, el montículo de ropa. Veamos.

La madre se agachó sobre la cama y emplazó la cabeza curiosa donde antes había estado la del muchacho. Miro con atención. El niño perplejo mantenía el silencio.

-Sí, ahí esta: el cuello de la camisa, los tirantes, las medias. En definitiva es un monstruo. Y de la peor especie. Mira, tiene los ojos grandes e hinchados y la nariz de tamaño imposible; ¡ves la forma en que te mira y el cuerpo contrahecho! Cualquiera diría que te quiere comer.

-¡No digas eso!

-No es que yo lo diga. Si es cierto, poco tiene que ver el hecho de que lo diga con la verdad de las cosas. Pero mira como me siento encima. ¿Ves?

El niño quedo perplejo: la madre seguía removiendo los glúteos sobre el maligno montículo de ropa.

-¡Lo mataste!

-¡Cuidado! Eso no debe tranquilizarte. A veces se escurren por los lugares menos pensados, y a ver quién los encuentra cuando eso pasa. ¡Son tan veloces! Pero claro, eso no podemos saberlo. Tal vez este era de los lentos –dijo mirando los grandes ojos húmedos que tenía enfrente-. Te veo más tranquilo. Tal vez deba irme –añadió poniéndose de pie.

-¡No!

-¿Por qué? –en tono amable- ¿tienes miedo?

Dudaba. No sabia si responder. Se le aceleraba la respiración y no daba con la calma necesaria para hablar. Por fin se le escapó una voz, como si no fuese la suya.

-No tengo miedo – dijo esa voz resquebrajaba. En su cabeza retumbaba la misma frase como un mantra protector: “no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo”.

-Sí lo tienes –dijo en tono tajante cortándole el pensamiento-. Acércate para verte mejor –manipuló el rostro del niño con la mano fría de un médico forense-. Tienes las pupilas dilatadas, la temperatura enfebrecida, y el cuerpo te tiembla; ¡que más da! Eres un niño: tienes que temer. Ahora bien, si te sientes confiado y crees que puedas con esto solo, me retiro. Ya estoy cansada.

-¡No!

-Dos nos son como un sí – dijo mientras se ponía de pie. El niño miraba la ropa que, libre del peso, iba recobrando su forma horripilante.

-¡No te vayas!

-Así está mejor. Mejor para ti, digo. Porque si era de los rápidos...

-¿Qué cosa?

-El monstruo. Podría esconderse, veamos –iba escrutando la habitación-, ¡en el ropero!

-Pero yo he visto de día que solo hay ropa ahí.

-Entonces me comprendes. Debajo de mí sólo hay ropa. Y no podemos tenerle miedo a la ropa, ¿no es cierto? ¡Nos la ponemos todos los días!

-A veces me siento incomodo con ella.

-Eso sí es algo. ¿No te dije que los monstruos toman formas insólitas? Yo supe de un chico al que no le gustaban sus medias y le dijo a su mamá: “no me gustan estas medias” –con farsesca voz infantil-. ¿Te apuesto que no sabes que le dijo?

-Que no importaba, que se las pusiera igual.

-¡Muy bien! Pero él igual desconfiaba. Le dijo a su mamá: “las medias me dan miedo” –burlona. Póntelas le ordenó la madre.

-¿Y qué pasó?

-Nada. El monstruo se había convertido en medias y las medias se le empezaron a subir por la pierna hasta que terminaron ahorcándolo: se le puso la cara roja, primero, y después morada. Quiso gritar, pero no pudo. Las medias no se lo permitieron y cuando lo liberaron ya era muy tarde: el niño estaba muerto de miedo, como tú, sólo que con la lengua afuera. ¡Horrible! Toda hinchada como la de esos perros que vemos en la pista.

Su hijo se palpó la lengua con las manos.

-Y hubo otro al que lo mató el papel de las paredes de su cuarto. Había unos dibujitos bien tiernos, todos peluditos, como tus peluches –el niño miró con suspicacia a su viejo conejo de felpa-. Una mañana lo encontraron abierto desde el cuello hasta el ombligo y con las tripas afuera. Y lo mejor es que a los tiernos muñequitos les chorreaba sangre fresca de la sonrisa perversa. La mamá sacó el papel de las paredes con sus propias uñas. Nunca le había gustado.

-Pero yo no tengo papel en las paredes.

-¡O sí! ¡Sí que lo tienes! Lo que pasa es que es de color uniforme y es delgado. Lo puse para que no se note mucho. Sino después, cuando ya no estés acá, me quedo con un cuarto lleno de colorinches. Además el papel es más fácil de limpiar cuando se mancha.

-¡No es cierto!

-Si quieres no me creas. Es tu problema. Además, eso no fue lo peor: los niños a los que matan los monstruos, a veces reviven y se comen a sus hermanos y a sus mamás. Tú no quieres hacerle daño a tu mami, ¿verdad?

Empezó a llorar. La madre lo estrecho con fuerza aplastante.

-No llores, hijito. Estoy contigo.

Sintió con pavor minucioso cómo el abrazo le cortaba el aire que entraba a sus pulmones hasta que no tuvo más remedio que quedar callado.

-Así esta mejor –dijo soltándolo-. A mí me gustan los niños tranquilos.

Lo escrutó con frialdad.

-Bueno. Será mejor que me vaya.

Siguió mirándolo. Ninguno dijo nada. De pronto el pequeño sintió un ruido debajo de él. Veloz, la madre alzó los pies.

-¡Ahí estás desgraciado! –dijo gritando. Acto seguido trepó sobre la cama. El niño rompió otra vez en llanto.

-Mami no dejes que me coma.

-No te preocupes. Lo que hay que hacer es atraparlo en la forma que tenga y matarlo así. No vaya a ser que después nos parezca otra cosa y habría que empezar otra vez con esta cantaleta.

-¡Atrápalo tu!

-¿Y si me pasa algo? Tú no quieres hacerle daño a tu mami...

Él pequeño enmudeció. La madre estudió su reacción hasta que se le ocurrió algo.

-¡Ya sé! Hagamos un saco con la sabana y te metes bajo la cama a atraparlo.

-¡Pero no sé cómo es! –respondió el hijo.

-¿Te acuerdas qué juguetes has dejado bajo la cama?

-No.

-Ni modo. Tienes que mirar.

-Entonces mira tu.

-Yo no lo reconocería. Yo no distinguiría juguete de monstruo.

-Pero...

-Si miras rápido no te pasará nada.

El niño se paralizó temeroso y pensativo. Miró a su madre y miró al piso. Luego se imaginó al monstruo con la boca abierta y los colmillos apenas distinguibles tras una maraña de pelo rojo. Se volvió a repetir: “no tengo miedo”, “no tengo miedo”, “no tengo miedo”. Aferrándose al borde de la cama, bajó la cabeza y la levantó rápidamente.

-Creo que se ha convertido en Tobi.

-¡Ah! El payaso. Yo no estuve de acuerdo con ese juguete. Bueno a ti te gusta, así que tú lo tendrás que atrapar. Uno no puede atrapar los monstruos que quieren comerse a otro, ¿no?

-Tiene que haber un modo –a punto de reventar otra vez en llantos-, ¡tú me conoces! Eres mi madre. ¡Tú me has dicho!

-Bueno, está bien. Pero si me pasa algo es tu culpa –lo miró fijamente.

Con cautela, bajó primero un pie. Luego, el segundo. Después, mirando al pequeño, se fue agachando, armada con la sabana hecha un saco a punta de nudos. Mientras descendían, sus ojos se iban perdiendo al borde del colchón. El niño se acercó y vio las piernas en cuidadoso movimiento.

-¿Lo ves?

-No, no lo veo. Están los carritos, la pelota... ¡espera! ¡Allí esta! –y lanzó un alarido que le estremeció hasta los huesos. Las piernas se retorcían en movimientos imposibles. El niño gimió y lloró a todo pulmón hasta que el grito se detuvo, y después bajó el volumen para que el monstruo no lo oiga.

-Niño...

Aterrado, oyó una voz cavernosa que salía de la cama.

-Niño...

Se arrinconó contra la cabecera.

-Ya mataste a tu madre...

El cuerpo se deslizaba hacia adentro hasta desaparecer, arrastrado por una fuerza invisible.

-¡Yo no he sido!

-... y tienes suerte de salvarte. Estoy cansado y he saciado mi hambre.

Armándose con lo que le quedaba de valor, se aprestó a correr, pero cuando bajó de la cama sintió algo que lo sujetaba: la mano de la madre le apretaba la pierna, al tiempo que su propio cuerpo, por inercia, caía pesado al piso golpeándose. La madre se puso de pie alzándolo de la pierna mientras él lloraba y se retorcía como un gusano.

-Me mataste.

Le restregaba con violencia el payasito en la cara.

-¡No!

La madre sonrió perversa. El pequeño no pudo evitar acordarse de los dibujos del papel colomural y sus dientes enrojecidos.

-Mentira hijito, solo te estaba asustando. ¡Cómo te voy a hacer daño! Si soy tu mami.

Acto seguido lo depositó sobre la cama.

-¡No me comas!

-Tranquilízate. No te voy ha hacer daño. Sabes que digo las cosas una sola vez y si tengo que repetirlas, me molesto.

Entonces constató que su madre no estaba muerta y empezó a apaciguarse. Cuando cesó el llanto lo arropó con la sabana.

-Bueno hijito, solo quería que supieras que esto lo he hecho por tu bien para que no sientas miedo ¿ya?

Le dio un beso en la frente y acercó su silueta informe al marco de la puerta.

-Mami...

-¿Si?

-¿Puedes llevarte al payasito?

-Si fuese un monstruo caminaría desde mi cuarto a matarme. Aunque claro, ¡que tonta soy!, me mataría a mi primero.

-No, es que...

-Veo que vamos a tener que hacer algo con tu miedo. No te preocupes. Por ahora descansa hijito, descansa –y luego de una breve pausa-. Ya pensaré en algo mejor.

jueves, julio 01, 2004

Dirección del día

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La ciudadela final

En uno de los escritos del Cuadernillo de las Cosas Difíciles de Explicar, el Poeta Ciego habla de cierto asunto nocturno ocurrido en una institución conocida como la Ciudadela Final. Ese edificio ubicado en las afueras, donde internan forzosamente a laspersonas afectadas por enfermedades transmisibles, fue creado con el fin de evitar que el contagio se difunda entre la población. El escrito del Poeta describe una sociedad en la que los habitantes aceptan de buena gana la reclución y rechazan muchas veces el libre albedrío. Algunos ciudadanos incluso piden ser confinados. Lo hacen porque las condiciones de vida dentro son menos difíciles que en el exterior, pues para acallar las protestas que ese método suscita se dota a los recluidos de ventajas con lasque no cuentan las personas sanas. Muchos de los confinados son jóvenes adictos, pese a que en la Ciudadela el consumo de drogas está prohibido. El Poeta Ciego habla en el Cuadernillo del tráfico de sangre infectada -que reciben quienes desean tener un motivo para ser ingresados- a cambio de remesas de anfetaminas que son introducidas a través de los rombos de la alambrada.

Mario Bellatin, Poeta Ciego, 1998