Este no es un blog: es una cajita de chocolates en una mesa huérfana. Tome cuantos quiera. Eso sí, deje algunos para el resto.

martes, agosto 31, 2004

Punto cruz en cuatro tiempos

Uno
Hoy la vieja se rompió el coco. Fue en el regatas, en algun momento de la tarde, mediando el almuerzo. Al parecer no fue nada grave o al menos eso me hicieron pensar. La mamama (que es la mamá de mi mamá) me echó una llamadita a eso de las 6 de la tarde. Le han puesto puntos, blablabla, está muy bien, yadayadayada, llamaba para que no te preocupes. Plop!

  1. Hasta entonces no podía preocuparme: no sabía.
  2. Desde entonces no debía preocuparme: la vieja estaba muy bien y hacerlo hubiera contravenido el sentido de la llamada.

Ergo: duermo placidamente.

Dos

Son las once de la noche y diez minutos. En breves instantes estaré despierto. Mientras, por alguna razón que no entiendo del todo aún, sueño con la parrillada del almuerzo en casa de la abuela (la mamá de mi papá). Lo extraño es que es una parrillada contenta, donde todos dilatan la sonrisa como si tirasen de sus labios insolitos instrumentos quirurgicos. Edmunditito -hijo de Edmundito, quien a su vez es hijo del tio Edmundo, que es hijo del abuelo, a quien sin duda sus abuelos llamaron Edmundito alguna vez aunque su chapa fuera Cucho hasta el día de su muerte. Ufff, ¡todo un trámite!-, empieza de pronto una disertación sobre la acción química de la sal gruesa en las carnes al carbón. Concluye de pronto en que la comida chatarra es mejor en Serbia. Ya lo sabía, le digo. Pero tu no tienes sólo dos años me responde el niño mientras se quita.

Ya pasaron los breves instantes del comienzo y estoy un poco harto. Me despierto.

Tres

La verdad es que estoy muy feliz por la sonrisa quirurgica y por la comida chatarra en Serbia. A la vieja no le ha pasado nada, y felizmente, no hay de que preocuparse. Son las once de la noche y once minutos y me muero de ganas de darle un beso y un abrazo a mi mami.

Cómo está la accidentada, pregunto. Ahora sí te preocupas, blablabla, tus hermanas sí fueron a la clínica, yadayadayada, sal y déjame ver mi serie, plop!. La verdad, no estoy listo para esto. Tampoco creo que me lo merezca, pero eso puede sonar egoista. Recordatorio mental: buscar en el diccionario la palabra culpógena.

Cuatro

Así que a la vieja le han cocido la cabeza pero el coco le ha quedado un poco roto. Además, según Edmunditito, algo tengo que hacer porque todo me sabe salado. Ergo: quizá en lugar de llevar el craneo sin aberturas debería tener un cierre que pueda abrir de cuando en cuando para dejar que se escapen algunas malas ideas. Pero ya no tengo dos años.

lunes, agosto 30, 2004

Veruca Salt

Hoy he llegado a la conclusión -nuevamente- de que el objetivo de vida de mi hermana, la razón última de su existencia, es hacerme la vida imposible cada vez que puede. De hecho, fuera de sus rutinas alimentarias, solo abre la boca para reclamar algún derecho inexistente, para polemizar sin mayor argumento que su propio egoismo y bostezar de cuando en cuando si es temprano. Nos dirigiremos unas 70 palabras a la semana. Huelga decir que no es nada. Por su parte ninguna de ellas está desprovista de una suerte de lepra anímica, como si menstruara todo el tiempo, o quizá solo cuando me habla. Qué puedo decir. Pobre.

Encima la niña quiere ser sicologa a pesar de su capacidad cero -e interes nulo- para resolver conflictos, lo cual aparentemente no tiene ninguna importancia ni contradicción para ella. Hasta donde entiendo, percibe la carrera como una herramienta para manipular a su sola vanidad y soberbia, en tono con sus vaivenes anímicos, en el marco del capricho perpetuo que es su vida, al primer infeliz que se cruce por su camino. Desafortunadamente, vivo con ella. Tendré que ser aquel infeliz hasta que se case o se mude, hasta que haya otro, además mononeuronal, al que por elección propia lo convenzan argumentos exclusivamente voluptuosos.

Me quejo de sus rabietas de quinceañera (¡y eso que ya va por base 2!). Pero termine escribiendo una.

viernes, agosto 27, 2004

Los premios que aún no tienen nombre

Todo indica que me han dado un premio. Aunque sea en broma. Cortesía del jurado calificador de Melusina. Por fin!

jueves, agosto 26, 2004

Para sentir de mentiritas

Pinocho

Hasta el viejo hospital de los muñecos
llego el pobre pinocho malherido,
un cruel espantapajaros bandido
lo sorprendió durmiendo y lo atacó

Llego con su nariz hecha pedazos
una pierna en tres partes hastillada
una lesion interna y delicada
que el medico de guardia lo atendió

A un viejo cirujano llamaron con urgencia
y con su vieja ciencia pronto lo remendó,
pero dijo a los otros muñecos internados
todo esto sera en vano le falta el corazón

El caso es que pinocho estaba grave
en si de su desmayo no volvía
y el viejo cirujano no sabía
a quien pedir prestado un corazón,

Entonces llegó el hada protectora
y viendo que pinocho se moría
le puso un corazón de fantasía
y pinocho sonriendo despertó

martes, agosto 24, 2004

Sabiduria infantil

"Es más divertido pegarle a un inteligente que a un idiota"

(oido desde un auto en espera del cambio de luz)

lunes, agosto 23, 2004

La causalidad misteriosa o breve explicación de la matemática del caos

El suicida

Al pie de la Biblia abierta -donde estaba señalado en rojo el versículo que lo explicaría todo- alineó las cartas: a su mujer, al juez, a los amigos. Después bebió el veneno y se acostó.Nada. A la hora se levantó y miró el frasco. Sí, era el veneno.¡Estaba tan seguro! Recargó la dosis y bebió otro vaso. Se acostó de nuevo. Otra hora. No moría. Entonces disparó su revolver contra la sien. ¿Qué broma era ésa? Alguien -¿pero quién, cuándo?- alguien le había cambiado el veneno por agua, las balas por cartuchos de fogueo. Disparó contra la sien las otras cuatro balas. Inútil cerró la Biblia, recogió las cartas y salió del cuarto en momentos en que el dueño del hotel, mucamos y curiosos acudían alarmados por el estruendo de los cinco estampidos.Al llegar a su casa se encontró con su mujer envenenada y con sus cinco hijos en el suelo, cada uno con un balazo en la sien.Tomó el cuchillo de la cocina, se desnudó el vientre y se fue dando cuchilladas. La hoja se hundía en las carnes blandas y luego salía limpia como del agua. Las carnes recobrasen su lisitud como el agua después que le pescan el pez.Se derramó nafta en la ropa y los fósforos se apagaban chirriando.Corrió hacia el balcón y antes de tirarse pudo ver en la calle el tendal de hombres y mujeres desangrándose por los vientres acuchillados, entre las llamas de la ciudad incendiada.

Cuentos Completos, Enrique Anderson Imbert

domingo, agosto 22, 2004

Otra de Silverstein

Una más de Silverstein... gracias a un gentil auspicio de Andrea que se tomó la molestia de mandarme el texto (de hecho este fue el primero que leí de él!)

The Great Smoke Off

In the laid back California town of sunny San Rafael
Lived a girl named Pearly Sweetcake, you prob’ly knew her well.
She’d been stoned fifteen of her eighteen years and the story was widely told
That she could smoke 'em faster than anyone could roll.
Her legend finally reached New York, that Grove Street walk-up flat
Where dwelt The Calistoga Kid, a beatnik from the past
With long browned lightnin’ fingers he takes a cultured toke
And says, "Hell, I can roll ‘em faster, Jim, than any chick can smoke!"
So a note gets sent to San Rafael, "For the Championship of the World
The Kid demands a smoke off!" "Well, bring him on!" says Pearl,
"I'll grind his fingers off his hands, he'll roll until he drops!"
Says Calistog, "I'll smoke that chick till she blows up and pops!"
So they rent out Yankee Stadium and the word is quickly spread
"Come one, come all, who walk or crawl, tickets– just two lids a head
And from every town and hamlet, over land and sea they speed
The world's greatest dopers, with the Worlds greatest weed!
Hashishers from Morocco, hemp smokers from Peru
And the Shamnicks from Bagun who puff the deadly Pugaroo
And those who call it Light of Life and those that call it boo.
See the dealers and their ladies wearing turquoise, lace, and leather
See the narcos and the closet smokers puffin’ all together
From the teenies who smoke legal to the ones who've done some time
To the old man who smoked "reefer" back before it was a crime
And the grand old house that Ruth built is filled with the smoke and cries
Of fifty thousand screaming heads all stoned out of their minds.
And they play the national anthem and the crowd lets out a roar
As the spotlight hits The Kid and Pearl, ready for their smokin' war
At a table piled up high with grass, as high as a mountain peak
Just tops and buds of the rarest flowers, not one stem, branch or seed.
Maui Wowie, Panama Red and Acapulco Gold.
Kif from East Afghanistan and rare Alaskan Cold.
Sticks from Thailand, Ganja from the Islands, and Bangkok's Bloomin' Best.
And some of that wet imported shit that capsized off Key West.
Oaxacan tops and Kenya Bhang and Riviera Fleurs.
And that rare Manhatten Silver that grows down in the New York sewers.
And there's bubblin’ ice cold lemonade and sweet grapes by the bunches.
And there's Hershey’s bars, and Oreos, ‘case anybody gets the munchies.
And the Calistoga Kid, he sneers, and Pearley, she just grins.
And the drums roll low and the crowd yells "GO!" and the world’s first Smoke Off begins.
Kid flicks his magic fingers once and ZAP! that first joint’s rolled.
Pearl takes one drag with her mighty lungs and WOOSH! that roach is cold.
Then The Kid he rolls his Super Bomb that’d paralyze a moose.
And Pearley takes one super hit and SLURP! that bomb’ defused.
Then he rolls three in just ten seconds and she smokes 'em up in nine,
And everybody sits back and says, "This just might take some time."
See the blur of flyin’ fingers, see the red coal burnin’ bright
As the night turns into mornin’ and the mornin’ fades to night
And the autumn turns to summer and a whole damn year is gone
But the two still sit on that roach-filled stage, smokin' and rollin' on
With tremblin’ hands he rolls his jays with fingers blue and stiff
She coughs and stares with bloodshot gaze, and puffs through blistered lips.
And as she reaches out her hand for another stick of gold
The Kid he gasps, "Damn it, bitch, there's nothin' left to roll!"
"Nothin’ left to roll?", screams Pearl, "Is this some twisted joke?"
"I didn't come here to fuck around, man, I come here to SMOKE!"
And she reaches 'cross the table And grabs his bony sleeves
And she crumbles his body between her hands like dried and brittle leaves
Flickin' out his teeth and bones like useless stems and seeds
And then she rolls him in a Zig Zag and lights him like a roach.
And the fastest man with the fastest hands goes up in a puff of smoke.
In the laid-back California town of sunny San Rafael
Lives a girl named Pearly Sweetcake, you prob’ly know her well.
She’s been stoned twenty-one of her twenty-four years, and the story’s widely told.
How she still can smoke them faster than anyone can roll
While off in New York City on a street that has no name.
There's the hands of the Calistoga Kid in the Viper Hall of Fame
And underneath his fingers there's a little golden scroll
That says, Beware of Bein’ the Roller When There's Nothin’ Left to Roll.

From Shel Silverstein's Songs and Stories January 1978

jueves, agosto 19, 2004

Beware!

Always sprinkle pepper in your hair,
Always sprinkle pepper in your hair.
For then if you are kidnapped by a Wild Barbazzoop,
Who sells you to a Ragged Hag
Who wants you for her soup,
She'll pick you up and sniff you,
And then she'll sneeze "Achooo,"
And say, "My tot, you're much too hot,
I fear you'll never do."
And with a shout she'll throw you out,
And you'll run away from there,
And soon you will be safe at home a-sittin' in your chair,
If you always, always, always,
Always, always, always, always,
Always, always sprinkle pepper in your hair.

Pepper, Shel Silverstein


Pizzeria Il Bambino, 6:18 am

La consigna es no abrir los ojos.

Mejor dilatar el cansancio, prolongar las ideas, delirar con cuidado. O seguir de largo, un par de pasos, una vuelta mas al patio.

Así, por más que llegue el cartero con las compras del día y el último catálogo, por más que no importe si nos pasamos un poco o nos quedamos cortos, y a pesar de que la señora de la dentadura amarilla apresure una caricia para el perro-lobo, habremos aprendido a ver y a olvidar al instante. A callar muy al fondo o por lo menos a hablar bajo. A recogernos como un bebe o como si estuvieramos muertos.

(enrrollados sobre nosotros mismos, nos rebasan las preocupaciones, ya no nos importan demasiado)

Y sin embargo, amanece.

Es que todo es claridad en un mantel arrugado.

miércoles, agosto 18, 2004

Here is Johnny

Ahora sí me estoy volviendo loco.

domingo, agosto 15, 2004

humor involuntario

demasiado gracioso asi q comparto! ultimas busquedas en el google:

"defina taquigrafía"
"historias de spanking"

miércoles, agosto 11, 2004

Que no se nos pase el azucar

Dicen que despues de perder el concurso, la envidiosa y salada Veruca le pidió a su padre millonario que le hiciera una fábrica para ella sola. Es que quién no querría tener una propia. Y eso que a estas alturas uno ya no tiene 6 años ni todo el desparpajo del mundo como para seguir relamiendose las manos embarradas de chocolate. A uno lo miran feo en los salones por cosas más insignificantes que esa. Quizá tenga que ver con lo que nos ocupamos de sepultar en cuanto nos salen los pelos. O que ya nos cambia la voz a la hora de decir oompa loompa y por lo tanto creemos que ya no es lo mismo. Pero Charlie es persistente: a pesar de sus cuarenta años, hoy, sigue siendo un niño. Feliz aniversario señor Wonka. Que vengan cuarenta más, y por supuesto, gracias, muchas gracias, señor Dahl.

domingo, agosto 08, 2004

Aves y trompetas

For many years I was the only person I knew who thought that was a beautiful piece of music (laughter). It's quite a long piece, it's about 17 minutes long. It's produced by a very, very simple process. It's a loop of a preacher saying "It's gonna rain". Identical copies of the loop are being played on two machines at once. Because of the inconsistency of the speed of the machines they gradually slip out of sync with one another. They start to sound like an echo. Then they sound like a cannon, and gradually they start to sound like all sorts of things.

The piece is very, very interesting because it's tremendously simple. It's a piece of music that anybody could of made. But the results, sonically, are very complex. What happens when you listen to that piece is that your listening brain becomes habituated in the same way that your eye does if you stare at something for a very long time. If you stare at something for a very long time your eye very quickly cancels the common information, stops seeing it, and only notices the differences. This is what happens with that piece of music.

Quite soon you start hearing very exotic details of the recording itself. For instance you are aware after several minutes that there are thousands of trumpets in there - this is without drugs. With drugs there would probably be millions (laughter). You also become aware that there are birds, there really are birds -- in the original loop of tape there are some pigeons or something and they become very prominent as the thing goes on. Most of all, if you know how the piece is made, what you become aware of is that you are getting a huge amount of material and experience from a very, very simple starting point.

Brian Eno, para In Motion Magazine

sábado, agosto 07, 2004

Un antojo

Me han dado ganas de comer hasta quedarme sentado, de inflar el pecho para siempre y de abandonar las cosas en su pobre transcurso. De ser condecorado por llegar primero al estrado y por obviar algunas observaciones valiosas. De no hacer nada y merecerlo todo a cambio. O hacerlo todo y no recibir nada, asunto natural en nuestros tiempos y al que malamente nos hemos acostumbrado. Y pese a quien le pese sería conveniente estar en potencia o en abstracto, o en un dibujo tenue calcado con papel carbon. O en el reverso de una palma, acaso como un accidente en la linea de la vida que interpreta la gitana del ojo de vidrio. Alguien a quien se conoce una vez y no se lo ve más o con el que se tropieza de cuando en cuando sin que esto reste o agregue relevancia. Es que me han dado ganas de comer hasta quedarme sentado, y cuando eso sucede, no se me ajusta el traje de forense ni me interesa la climatología: bien podría ser un fantasma.

viernes, agosto 06, 2004

Gastón culinario

Muy a mi pesar, he llegado a la conclusión de que no me gusta el programa de cocina de Gastón para el canal Gourmet: es como un manual de turismo para monguitos extraviados.

Los héroes convictos

Éramos unos puros. Incluso cercados por la repulsión cotidiana, la salud mental de casi todos nosotros, nos impedía cualquier cultivo del dolor. En este sentido, tal vez las teorías futuristas tuviesen una influencia única y benéfica sobre nosotros. Nadie pensaba en términos de sacrificio, nadie se hacía pasar por incomprendido, ninguno se imaginaba como precursor o mártir: éramos una avanzada de héroes convictos.

El movimiento modernista, Mário de Andrade

miércoles, agosto 04, 2004

El Perro

I

Sólo a una mujer se le puede insultar diciéndole perra callejera porque por mas sarnoso, mugriento y enfermo, el perro callejero evoca cierto misticismo, la dignidad de algún lobo estepario metamorfoseado en mascota abandonada, y el drama cotidiano de la sobrevivencia y el recurseo en las vísceras de una ciudad en llamas, a pesar del olvido, el hambre y la miseria.

En las reuniones entre amigos se cuenta con frecuencia la historia, cualquier historia, de algún perro sin nombre o seña que lo distinga, que aparece de pronto en un barrio limeño promedio. Al principio nadie lo nota olisqueando los rincones de la cuadra. Nadie se percata de las meadas en las rosas de la vecina. Y aunque a todos les importa que las bolsas de basura amanezcan desparramando su hedor insufrible, el pleito interminable con los gatos de la cucufata de enfrente pone en resguardo la austera posición del verdadero culpable.

Nosotros también tuvimos un perro. Debió haberse llamado Fido, Confite, o alguno de esos apodos improvisados de serial televisivo. Y aunque en realidad los años han desdibujado su nombre en la memoria de todos aquellos que de modo directo o indirecto participaron en esta historia, nos referíamos a él con cierta frecuencia como el perro de mierda o algo por el estilo. Pero eso fue mucho después.

Como decía, al principio era invisible: nos rondaba como el jeep de los milicos rondaba al barrio en esos tiempos de miedo e inflación, miedo e inflación a los que estabamos todos acostumbrados. Nos encontrábamos en esa edad indefinible en la que no se es chico pero no se es grande aún, y nuestras tardes pasaban entre partidos de fulbito que nunca me gustaron, cigarrillos a escondidas y bizantinas discusiones como aquella sobre la pertinencia de besar a las chicas para decir hola en lugar de saludar desde lejos. En ese contexto apareció en nuestro barrio, en Surco. Llamémosle Arnaldo.

Venía de la calle, y la calle en ese entonces pertenecía al mundo de lo imaginario: la paranoia de nuestros padres había mandado enrejar todas las vías de acceso a nuestro parque por lo que Lima se parecía a un monstruo ruidoso y hostil que tenía por patas avenidas y semáforos por ojos. Habiendo sobrevivido al monstruo, andaba desenvuelto. Paseaba su honroso pedigrí: indefinido peludo.

Y producía asco, hay que decirlo. Una mancha gris o negra le crecía en la espalda despidiendo un olor repugnante; otra amarilla, tal vez parte de la misma desdicha, se escondía bajo el pelambre. Porque este perro no era dorado, blanco o marrón. Era amarillo, y por eso, si se notaba la enfermedad en cuestión, era por los contornos rojos de piel sensible que la enmarcaban. Además olía a perro.

Pero había algo más, porque siempre hay algo mas en todo aquello a lo que le cogemos cariño.

Eran los tiempos del meneito y sentados en las bancas, íbamos dejando pasar el tiempo sin mayores preocupaciones ni compromisos: hombres a un lado de la vereda y mujeres al frente planeábamos esas fiestas con sanguchitos y chicha morada, mientras él olfateaba a alguna desafortunada fémina. Fingíamos atención cuando nos preguntaban sobre quien pondría la casa pal tono. Detrás de esos rostros inquirientes otra escena tenía lugar: el animal ejecutaba su baile, el menear de caderas de este noble vagabundo que hacia jadear a la hembra en pose de perrito. Quedaban pegados.

Como era de esperarse, al poco tiempo Arnaldo se convirtió en nuestro héroe, dejó de ser invisible y su presencia empezó a ser bien recibida por todos nosotros. Hubo partidos de fulbito con él por ahí, y puchos a escondidas con el perro husmeando. De pronto una revista porno. ¡Perro de mierda! ¡Que mierda hueles! Y así fue como se nos volvió imprescindible. Mudo testigo de los acontecimientos del barrio -porque ahí las cosas no pasaban, acontecían-, era el cómplice ideal, el que acompaña sin abrir la boca, ese que se amolda al estado de animo, pero también el que aguanta el patadón de un viejo histérico.

II

Había un señor que se apellidaba Abarca. Nosotros nos referíamos a él como Mamarca, y aunque amerita por si sólo una crónica aparte, hay que mencionarlo por su pertinencia en la historia. Se trataba de un chato acomplejado al que le faltaban huevos para la vida y le sobraban al interior de su casa. Algo tuvo de bueno: promotor del deporte, compró arcos de fulbito para el parque, hecho del que se hubiera enorgullecido hasta el mismísimo Belmont de las lozas deportivas.

Un día su señora, que era sicóloga, creyó conveniente para el desarrollo emocional de sus hijos, la compañía de una gata. Pasó que la gata salió en cinta. Así que cuando los mininos nacieron, Mamarca los puso a todos en un tacho de basura para que se los llevase el camión junto a los demás descombros de su casa. Los niños miraban llorando. La naturaleza es cruel, dice Discovery Chanel.

Pero en ese entonces no había Discovery Chanel ni cable, y si había era muy caro. Mas bien, había Arnaldo. Peto, el menor del grupo, lo adoraba. Solía andar en shorts y camiseta y era un mono trepando arboles. En una ocasión Peto y Arnaldo llegaron juntos como de costumbre: "Miren, si le hago esto sale un liquido blanco". Mudos y asombrados veíamos cómo el perro se recostaba placido mientras Peto le acariciaba la verga como jugando. En efecto, liquido blanco. A diferencia de Peto algunos sabíamos que era masturbarse, o cuando menos a que se refería el término, así que contuvimos cierto nerviosismo y observamos atentos al niño inocente y al perro peludo, cuando ni pelos teníamos.

Creo que cierta cualidad animal que ambos compartían y que no logro precisar aún fue lo que lo hizo quedarse. Eso, y su afecto: cuando él se compraba una empanada, de esas que vendían en la esquina, con la cantidad exacta de ají, Arnaldo recibía la mitad. Y como buen peruano no se quejaba por el ají, mas bien al terminar miraba con ojos brillantes y ansiosos. ¿Qué? ¿Se acabó? Los ojos de Peto también brillaban.

Así que todos los días Arnaldo recibía su ración, al principio del bolsillo de Peto y después, de su refrigerador. No estoy seguro, creo que tuvo problemas en su casa por la misteriosa desaparición de comida. Pero cuando la verdad saltó no debió ser mayor inconveniente para ambos pues, a pesar de la mirada recelosa de Mamarca, el perro siguió feliz comiendo su pierna de pollo, su trozo de seco de res y los pellejos de la parrillada del domingo.

III

Hasta que un día algo faltó. Pero no caímos en la cuenta de inmediato. Así como había llegado se estaba yendo. Nos fuimos dando cuenta de a pocos: ese vacío que se siente adentro y que crece con el paso de las horas, las semanas, los meses. Ese vacío que de pronto se tornó certeza. Ausencia, le dicen.

Había desaparecido. Peto: ¿Dónde estará? ¿por qué se habrá quitado? El señor Mamarca, sin duda. Ese viejo hasta el culo. Se acuerdan de la perra de Gisella y de Julieta. Dicen que él fue el que le dio bocado. ¿Y los gatitos...?

No podíamos saberlo con certeza. Por otro lado, en el fondo era nuestra culpa: habíamos olvidado que era un perro callejero y un perro callejero no pertenece a nadie, quizá sólo a la ciudad. ¿Se habrá ido a otro barrio? El monstruo puede habérselo comido. Tal vez esta muerto. Pero cuando veíamos un perro amarillo de andar desenvuelto y ojos brillantes y ansiosos nos preguntábamos si sería él. Al final se disolvió, con los partidos de fulbito que nunca me gustaron, los cigarrillos a escondidas y esas memorias que uno recuerda con una sonrisa.

Pasaron los años, conocimos la calle que dejó de ser un monstruo imaginario, y fue necesario olvidarnos del todo de Arnaldo para darnos cuenta de que habíamos crecido. Peto llevó a mi hermana, fiel amante de los animales, a su fiesta de promoción. Mamarca, hecho una basura, se mudó de casa, esta vez con los escombros de su vida. Y yo, cada vez que puedo, en las reuniones entre amigos, cuento la historia cursi de un perro callejero al cual nadie notaba al principio y que se fue en busca de una perrita, o que cansado de la comodidad del barrio trocó para siempre los beneficios de la permanencia por una existencia errante.

lunes, agosto 02, 2004

happy birthday

gracias por celebrar tu cumpleaños. es q eres de esos tipos q se celebra celebrando a los amigos. y gracias por la deliciosa comida y la amabilidad de tu casa. y por la fotografia espontanea y el concurso de ombligos. y por todo perfecto y normal normal normal. en fin. ahora a rendirle cuentas al cuerpo q ya no tengo quince años (imaginate! tu tampoco!) feliz cumpleaños pacha. (me hubiera gustado estar mas inspirado pero ahorita solo está chambeando una neurona coja)